La sostenibilidad ha transformado la mentalidad financiera de los uruguayos, quienes priorizan inversiones responsables que integran criterios sociales y ambientales. La crisis de 2002 impulsó este cambio, fomentando un interés creciente por las inversiones éticas, especialmente en energía renovable y proyectos comunitarios, reflejando una clara tendencia hacia un futuro más equitativo.